Admirable es la sabiduría del viejo árbol,
que, conociéndose a sí mismo,
desecha sus hojas enfermas
para dar nuevas hojas sanas.
Admirable es el gran sabio,
quien discerniendo entre el bien y el mal,
y conociéndose a sí mismo,
obra como el viejo árbol.
He aquí la mayor de las sabidurías:
sólo conociéndome a mí mismo podré perfeccionarme,
al igual que se perfecciona el gran sabio;
al igual que se perfecciona el viejo árbol.
Analizaré cada día de mi vida,
mi conducta y mis actos.
Seleccionaré mis errores:
seleccionaré mis malos hábitos.
Escogeré uno de estos hábitos,
y repetiré constantemente el hábito contrario
hasta que el mal hábito haya perecido.
De esta forma, al igual que el viejo árbol,
Sabré cuáles son mis hojas enfermas,
Desecharé éstas y haré brotar nuevas hojas sanas.
Tal es el secreto de la perfección.
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